lunes, 25 de febrero de 2008

Una lucha sin alegría es una lucha perdida...


El sol muere y vuelve a nacer en las caras cansadas y el correo viejo. Confiamos que construiremos lo que el sistema negó. Apuestamos al compromiso de saber que ante el huracán de egoísmo, no caeremos porque tenemos patas de hierro, de material duro, resistente, que no se dejan llevar, sino por los sueños y la lucha.





La villa descansa de años de resistencia, sigilosa cautela, no da un paso atrás. Sabemos que nos esperan tiempos duros, que el futuro no promete, que en estos días donde nada tiene mucho sentido, es difícil tarea percibir que somos cómplices de la perversidad y a su vez únicos agente de cambio y acción.

Barrio sufrido, apadrinado por el guardián mayor, repican los redoblantes en su memoria. Los más grandes, que se pasen de vez en cuando, son la fiel cosecha de un arduo y continuo trabajo.




Bombo, repique, el suelo tiembla cuando la murga se ve venir. Música que impregna esperazas de callecitas y el compromiso de los pibes embriaga a quien se acerca. Presentes, plantados, cantan sus verdades al viento llueva o se caiga el cielo. Los tambores transpiran orgullo y con solo mirarlos uno se siente parte. La muralla irrompible, el tren que no frena, el árbol que hecho raíces y da frutos,
la llama eterna brillado en las penumbras, los Guardianes de Mugica , los protagonistas de esta historia.

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